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El escenario principal a lo lejos en las primeras horas |
Cuántas anécdotas por contar después de 3 días a puro festival. Fue sábado, domingo y lunes. Fueron tardes en el río, mates en las rocas, hamburguesas, milanesas o choripanes saboreadas en las mesas de plástico que eran restaurantes de lujos y fueron varios tragos de cerveza, fernet y hasta sangría en los pasillos de tierra previos a la entrada al Aeródromo de Santa María de Punilla.
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El mural para la foto del recuerdo. |
Miles y miles de cordobeses trabajando para albergar a más de 30 mil personas que se acercaron al pueblo y sus alrededores sólo por amor a la música. Camping, hostel, hotel, casas o departamentos, todos eran los hogares en el feriado por carnaval. Con remeras del Festival, algunas de las bandas convocadas y muchos con tatuajes en diferentes puntos de su cuerpo.
En su mayoría, provenientes de Córdoba capital y sus alrededores y en su minoría del resto de las provincias del país. Porteños, sanjuaninos, mendocinos y tantos otros jóvenes en busca del paisaje de las sierras y sus pequeños ríos y del buen rock, heavy metal y hasta reggae.
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Pappo, Luca y el Flaco unidos en el mismo mural. |
Dentro del predio no sólo la música era la protagonista. Murales en banderas de las figuras emblemáticas del rock como Luca Prodan, Luis Alberto Spinetta, Miguel Abuelo, Pappo; un mural gigante en el cual había diferentes expresiones, entre las cuales figuraba el “Justicia o Libertad para Callejeros”, stands con comida y bebida auspiciantes del festival, gran cantidad de baños químicos desparrramados por distintos puntos del predio y varios juegos a los cual subirse. El toro mecánico y la vuelta al mundo eran los grandes protagonistas de la diversión, junto a los shows de Fuerza Bruta.
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El agua, clave para la hidratación. |
Patrocinados por el Ministerio de salud de la Provincia de Córdoba se encontraban los puestos con agua mineral y barritas de cereal nutritivas gratis; al igual que un yogur bebible y una leche chocolatada; todos contribuyendo para alimentarse después de tantas horas caminando al aire libre.
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Las chicas desde temprano en las vallas. |
Los servicios de emergencia de salud estuvieron al pie del cañón y casi ni se vieron descompensados. En el peor momento de casi aplastamiento, en los recitales principales de las bandas o artistas de público más convocante, los de seguridad estaban atentos brindado sorbos de agua y mirando que nadie termine aplastado por las vallas que separaban el público del escenario.
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El pogo de Kapanga, infaltable. |
Disfrutar el recital para algunos era estar sentados en el pasto o hasta recostados en un rincón lejano al escenario, con los oídos puestos en las canciones. Para otros significaba estar de pie viéndolo a través de las pantallas enormes metros atrás. Para otros era la búsqueda, aunque se viera minúsculo, de la figura que cantaba. Para algunos era quedarse cercano a las vayas para comandar el pogo. Para otros era desvivirse cantándole a la voz líder, pegado a la vaya, no midiendo la dimensión de la gran cantidad de gente que le seguía atrás y sólo pidiendo a gritos una mirada, un saludo o un simple gesto de pertenencia y comunicación con el músico en escenario.
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El camino de la amistad hacia el predio. |
El Cosquín Rock tiene esa magia de estar todos unidos por la música. Un poco más cerca, un poco más lejos; solos, en pareja, con amigos o hasta en familia, cada uno vive a su manera el festival más grande y más convocante de Córdoba que crece año a año por su buena organización. Un Cosquín Rock que busca afianzar esa relación indescriptible y emocionante entre el público y los artistas.
Florencia Martínez
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El Río Cosquín, atracción de baño para los jovenes. |
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La vuelta al mundo, una de las atracciones |
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Santa María de Punilla en su esplendor.
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A la espera del show principal |
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La Avenida San Martín |
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